Esto era lo que más odiaba la princesa Diana del rey Carlos que se negaba a compartir con él

La Princesa Diana y el rey Carlos fueron protagonistas de uno de los matrimonios más tumultuosos en la historia de la realeza británica. Desde el inicio de su relación, los problemas y desencuentros estuvieron presentes, y esto se hizo evidente durante su luna de miel en el crucero Royal Yatch Britannia. 

Según la biografía "The Dutchess: The Untold Story", escrita por Penny Junor, hubo un aspecto en particular que la princesa de Gales detestaba profundamente de su esposo y era su obsesión por la lectura.

De acuerdo con la autora, Diana no era una ávida lectora y se sintió ofendida cuando descubrió que el rey Carlos prefería sumergirse en los libros en lugar de dedicarle tiempo y conversación durante su luna de miel. Según informa el diario británico Express, Junor revela en su libro: "Ella odiaba sus miserables libros". Informa Voces Críticas.

El mandatario británico había imaginado unas vacaciones idílicas bajo el sol, disfrutando de la natación, la lectura, la pintura y la escritura de cartas de agradecimiento. Había llevado consigo sus acuarelas, lienzos y una selección de libros del autor Laurens van der Post, con la esperanza de compartir y discutir sobre ellos durante las noches junto a la princesa. Sin embargo, la realidad fue muy diferente.

Según relata Junor, la luna de miel resultó ser un desastre y dejó en evidencia lo poco que tenían en común. La falta de interés de Diana por la lectura y la preferencia del entonces príncipe por sumergirse en sus libros generaron tensiones y alejamiento en la pareja desde el inicio de su matrimonio.

Este episodio fue solo el comienzo de una serie de desencuentros y desavenencias que marcarían la relación entre la princesa Diana y el rey Carlos. A medida que pasaban los años, las diferencias entre ellos se hicieron más evidentes y finalmente llevaron a su separación y posterior divorcio en 1996.

A pesar de los problemas que enfrentó, la princesa Diana se convirtió en un símbolo de compasión y cercanía hacia las personas más necesitadas. Su legado perdura hasta el día de hoy y su influencia en la realeza británica y en la sociedad en general sigue siendo significativa.