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POR FÉLIX GONZÁLEZ BONORINO

EL NUEVO CALENDARIO ALBERTINO

Alberto Fernández. Foto: twitter

SALTA.- (Por Félix González Bonorino)  El reloj me mira estático desde la mesa. Se trata de un recordatorio físico de un pasado cercano. No es muy evidente, pero está allí cada día y cada día su cuadrante me manda el mismo mensaje. 11hs 14 minutos, más o menos.

Resulta que a mí me gustan los relojes mecánicos. Si, esos con cuerda y engranajes adentro. Será una cuestión de edad o de nostalgia, no sé, pero me encanta su peso y esa noción de que existe todavía la posibilidad de que un ser humano haya trabajado aplicadamente en él para entregarnos la máxima precisión posible. ¡Cuánto amor en ese trabajo! El ingenio, aún comprensible, en muy alta expresión.

Claro, tengo de los otros, aquellos de cuarzo y agujas o los digitales con letras y números que se publican en el display. También me gustan.

Si el reloj hubiera sido uno de estos digitales, la hora y el día que me declararían no tendría ninguna sorpresa, sería la de hoy, así simple y presente. Diría 17hs 21 minutos del 27 de mayo de 2020 y mañana sería la de mañana, sin sorpresas, lo normal. Pero a quién le importa la hora de ahora. Es paradójico, uno mira la hora actual y la compara con otra, ya sea del futuro como del pasado. Casi nunca tiene importancia la hora precisa de este momento por sí misma.

Si ya sé, en Navidad o Año Nuevo todos estamos atentos a ese minuto preciso. Cohetes, corchos, gritos, deseos, besos están esperando para proyectarse en emociones siempre renovadas, tan puntuales como incumplidas. A estos escasos minutos clavados, agreguemos algunos otros momentos precisos, el final de un partido que vamos ganando, o el cierre de un plazo laboral. ¿Cómo los podemos comparar contra los 525.600 minutos que tiene un año? Por eso, miramos la hora para saber si llegamos tarde o temprano, si ya transcurrió cierto tiempo. Esta hora importa porque hay otra que le da importancia. Casi siempre es así.

No es lo único que me muestra el cuadrante negro. El pequeño número del calendario indica 21. Hago memoria y se trata del 21 de marzo de 2020. Hacía menos de 24 hs el Presidente Alberto Fernández decretaba la cuarentena. Recuerdo que me saqué el reloj y lo apoyé en el escritorio y allí lo dejé. Con ese simple gesto puse mi tiempo en modo cuarentena, que no ha sido modo pausa, ni avión. ¡NO, para nada!

El tiempo comenzó a transcurrir con otras agujas y otros engranajes.

Si usted es de las personas que piensa que el calendario y las unidades de medida del tiempo siempre fueron las mismas, lamento desilusionarlo. El hombre ha tratado de controlar el tiempo desde hace miles de años. Desde el primitivo seguimiento de los “movimientos del sol y la luna”, registrado en decenas de templos megalíticos de la antigüedad, como también en la partición de los períodos en diferentes partes. Tuvimos años de 10 meses y de 12 meses. Ciclos de hasta 70 años actuales. Hoy nos parece raro que se pudiera tener dudas respecto de la duración de un año o de los meses, pero pensemos que tenemos un sistema bastante bueno que “solo” tenemos que “corregir” con un día cada cuatro años. Le doy una pista: El ciclo lunar es de 28 días, sin embargo nuestros meses tienen todos, menos febrero, más de 28 días. Si dividimos el año en ciclos lunares nos da 13 ciclos y un poquito. ¿Por qué no tenemos 13 meses en lugar de 12? Otro día lo charlamos.

Bueno, En esta busqueda por controlar el tiempo llega el nuevo ciclo temporal. El Calendario Albertino.

De mayor a menor el tiempo se comenzó a dividir como sigue, por lo menos en mi casa.

El período mayor es el de CUARENTENA .Su duración es LO QUE HAGA FALTA. Es decir no puedo determinar por adelantado su final. Hasta que sea seguro salir de casa. Hasta que salvemos a la mayor cantidad de familiares nuestros. (O de otros). Esto tiene sus complicaciones a futuro, porque no podemos decir “media cuarentena” como unidad de medida, o te veo en 2 cuarenenas. ¿Cuanto podrá ser eso?

Luego le siguió la Conferencia de Prensa de Alberto, la famosa CONFERENCIA ALBERTINA. Este período tiene, al día de hoy entre 13 y 15 días del calendario antiguo. Generalmente cae en un viernes, pero puede corregirse e ir a parar al domingo sin razón aparente.

De allí pasamos, al menos en casa, único lugar donde he verificado consistentemente la vigencia del Calendario Albertino, a los ciclos cortos. Los mismos tienen más o menos 24 horas del sistema anterior. Las cero horas coinciden con el anuncio de contagiados diarios del Ministerio de Salud, al que proponemos re denominar como Ministerio del Tiempo y de la Densidad Emocional. Es el famoso ANUNCIO DIARIO COVID.

El ANUNCIO DIARIO COVID se dividió de manera cambiante y fue evolucionando con el correr de las Conferencias. Las primeras Conferencias coincidieron con el período de estupor y coherencia discursiva. Todos estábamos preocupados e involucrados con el COVID-19 que importábamos en cuerpos desde Europa, EEUU o China y que se podía expandir en los barrios donde vivían esos cuerpos. Las clínicas privadas que recibieron primero los pacientes COVID, los expulsaron con exorcismos incluidos y le tiraron rápidamente el fardo a la Salud Pública, la misma que había sido desarticulada para asegurarles el negocio a los primeros, ¿se entiende? En esa época los enfermos eran “gente como uno”, que habían viajado de paseo o trabajo por aquellas latitudes y “tuvieron la mala suerte de…”

Aquel fue el tiempo de los respiradores, de los barbijos, las camas de terapia. El día se dividía en horas de informes televisivos sobre algún infectado o una clínica. Así un hospitalizado podía tener 4 horas de duración, una clínica infectada 6 horas. Así se dividían los días en las primeras Conferencias a nivel colectivo. Es decir que una Jornada ANUNCIO DIARIO COVID puede tener 3 contagiados y 2 clínicas de duración aproximadamente.

En las familias la cosa fue diferente. Acertadamente Alberto consideró rápidamente que las ferreterías de barrio eran una actividad esencial y autorizó su funcionamiento. Las paredes fueron pintadas, los cuadros enderezados o colgados, las cerraduras y los picaportes reparados. La jornada, esa que iba entre el informe del día anterior y el del presente se dividía en “CPH” Cosas para hacer. Si alguien no tenía una lista de cosas para hacer no vivió la cuarentena como corresponde.

Los libros se apilaron en las mesas de luz y la mayoría sigue allí. Las novelas a escribir no pasaron de la hoja en blanco en la mayoría de los casos y así todo, pero no importa, estaban en la lista.

Las CONFERENCIAS ALBERTINIAS siguientes tuvieron cambios en la intensidad y en las expectativas.

A esta altura la conversación comenzaba a transmitir cierta “sapiencia” social. La fabricación de barbijos y máscaras se difunde y los médicos menos pensados intentan viralizar su profundo conocimiento universitario sobre como lavarse las manos. Pero la sociedad avanzó uniformemente y ya estaba discutiendo sobre la forma de las curvas, hablaban de gráficos logarítmicos. LOGARÍTMICOS PAPÁ. Paenza se cayó de culo. Hidrocloroxina, Interferón y otras pastillitas formaron parte de las videos conferencias cotidianas hasta con el portero. A no olvidar a esta altura ya se había probado Meet, Zoom, video Whatsapp, Jit.si, Facebook Live y cien más y nos convertíamos en casi consultores ad-honorem.

Uno de los temas colectivos principales en estas Conferencias familiares fueron las curvas. Superada la primera impresión, en esas semanas pudimos con total soltura explicar que la rectitud de la curva logarítmica marcaba la continuidad de una tendencia de cambio creciente y que esa velocidad de cambio estaba indicada por la tangente a la curva en un punto que podía ser calculada mediante la derivada en el mismo. ¡Que no! ¿No?

Las listas de cosas para hacer se fueron reduciendo o escondiendo de la pareja, para que no recuerde tu promesa de colocar tal estante. Vano intento que solo demostró lo poco que conocemos a nuestros convivientes y una nueva constatación empírica de cómo hacerse el opa es más peligroso que confesar inoperancia específica. Esta confesión de parte restringe el ámbito de tu flojera en cambio la otra la amplía ad infinitum.

Hasta ese momento todos estábamos en el mismo barco, o casi.

Las últimas Conferencias Albertinas han marcado un claro cambio de tendencias en lo general. Cansados ya de constatar que nuestro timonel ha encontrado una corriente marina y un viento apropiado para pasar los primeros escarceos contra el virus relativamente calmos, se solicita al gran capitán que cambie de rumbo. Al mismo tiempo se desatan dos tormentas (estas metáforas son resabios de caer en la mala educación privada (yo fui a la pública)) la primer tormenta se llama Geriátricos y la segunda Barrios Populares.

Como los primeros estaban en circunscripciones muy acomodados, sus dueños eran en general acomodados y sus clientes también eran acomodados, las opiniones sobre lo que sucedía en la acomodada CABA se fueron acomodando también, como para que el calvo timonel menor no se incomode mucho con el tema.  Al final estos abuelos son padres de “gente como uno”.

Respecto de los segundos, ahí la cosa se transformó. A esos nadie los conoce. Hablan raro, visten peor y se mueven caminando. Ahora sí, el problema está allí,  ellos son.

El tiempo BARRIO POPULAR compite en extensión con el tiempo ANUNCIO DIARIO COVID. Un Barrio Popular puede ocupar 24 hs del sistema anterior o más, todo depende si es en AMBA o si es CABA. Y allí hay que diferenciar quien controla el tiempo, o la historia. La subjetividad del tiempo, todo un tema filosófico. Por ahora un AMBA (Provincia) = dos CABA. Hay que concentrarse, pero se aprende, como todo.

Cada provincia vive un clima diverso. En Salta la Cuarentena comienza a distenderse, luego de un problema matemático serio que incluyó determinar si el cero era par o impar, para luego ver qué hacer con el domingo que quedaba huérfano de número, quedó fijada la semana salteña de la cuarentena. Así, el federalismo tan reclamado comienza a aparecer desde las bases.

En las casas las listas de cosas para hacer ya fueron tiradas a la basura y se comienza a gestar un nuevo desafío. Las normas fijadas dicen que las reuniones familiares autorizadas no deben exceder las 10 personas. El Ministro de Educación de la Provincia, probablemente luego de haber resuelto lo del cero, está evaluando a los maestros, acusando al Gobierno anterior e introduciendo rápidamente cambios en la currícula porque constató mediante la fuerza pública y Escribano de Gobierno que nadie sabe contar hasta 10.

El tiempo de Cuarentena Albertina lleva 69 días. Los países vecinos nos relatan que las cosas se pueden poner feas en cualquier momento. Los ANUNCIOS DIARIOS COVID continúan contando enfermos y muertos como los granos de arena que escurren por el cuello de los relojes, casi sin notar el drama que implica. Mi reloj sigue impertérrito sobre la mesa, esperando subirse a mi cuerpo para comenzar su interrumpido andar circular, midiendo distancias de momentos pasados y adelantando emociones de tiempos por venir.

Tiempo. Nos toca vivir un tiempo excepcional  en muchos aspectos. Un tiempo tan real como real se hace la vida en la cercanía de la muerte. Los tiempos de muerte, como estos, son tiempos para vivir. Y sobrevivir.

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